"Familia Albertiana" es un movimiento nuevo que desea compartir el carisma y la espiritualidad con los laicos

Algo nuevo

Algo nuevo se está moviendo...


Bailaremos al ritmo de una nueva melodía

brotarán nuevos acordes de las guitarras,
sin ecos de guerra ni redoblar de tambores.
Y de tu pueblo nacerá un ritmo nuevo,
un ritmo alegre y fraterno.
La verdad de la vida hecha canción y danza
para jóvenes, ancianos y niños de pecho,
danza sin miedos,
el ritmo de la amistad, la canción de la esperanza.
Deja, Señor, que cantemos contigo
una canción nueva:
la canción de la esperanza.

(Poema brasileño)

¿Existe la felicidad?


"Labraremos nuestra felicidad a medida que labremos la de los demás" (M. ALberta)

Yo confío en TI


¡Somos Testigos de Esperanza!

Jesús fue un maestro renovador, diferente a los rabinos judíos y a los maestros griegos de su tiempo, que utilizaban un estilo de enseñanza "magistral". Jesús proclamó su Evangelio al mostrar que "obras son amores y no buenas razones", e hizo presente el Reino de Dios en cada lugar, situación y momento de la historia. En su papel de maestro, Jesús fue, ante todo, un profeta. El maestro descubre a Dios en la complejidad de la vida, con su mezcla de gracia y de pecado, luz y sombra, justicia e injusticia, paz y violencia. El profeta ofrece la liberación de su pecado y el llamado a una vida más justa y más santa.
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Jesucristo te llama

En su documento, LLamados y dotados para el tercer milenio, los obispos de Estados Unidos resaltan cuatro llmados de Jesús para el tercer milenio. A cada llamado corresponden dones para que podamos responder a ellos. ¿Cómo estás aprovechando estos dones y respondiendo a estos llamados?
. El llamado a la santidad nos lleva a una unión cada vez más íntima con Crsito, requiere un esfuerzo y compromiso a vivir el evangelio de Jesús, y se logra gracias a la acción del Espíritu Santo.
. El llamado a la comunidad nos lleva a formar grupos y comunidades de fe, asociaciones y movimientos laicos, institutos y sociedades de vida apostólica, que nacen de nuestra comunión con Cristo.
. El llamado a la misión y el ministerio nos lleva a participar activa y corresponsablemente en la misión salvífica de la iglesia, a través de la vivencia de los sacramentos del bautismo, confirmación, eucaristía, orden sacerdotal y matrimonio.
. El llamado a la madurez cristiana nos lleva a dar siempre más fruto en la vida cotidiana: en la familia, en el trabajo, en los deberes como ciudadanos, los cuales nacen de nuestra misión como sacerdotes, profetas y reyes-servidores adquirida por el bautismo.

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